miércoles, 14 de diciembre de 2016

El UCAM que deja Salmerón

El UCAM es actualmente penúltimo en Segunda División y la última derrota fue la más dolorosa: 5-2 ante el Huesca. El partido no sirvió para corregir un problema recurrente: las concesiones defensivas. Los goles encajados han incidido directamente en los resultados, los cuales le terminaron costando el puesto a José María Salmerón. A más goles recibidos, menos puntos logrados. ¿Cómo ha sido este UCAM de Salmerón? ¿Cuáles fueron las variantes tácticas? ¿Cómo fue la gestión de la plantilla? Respondiendo a estas preguntas intentaremos saber si la táctica o las rotaciones perjudicaron, o no, al equipo.

La táctica
El UCAM 16/17 ha utilizado dos sistemas de juego diferentes:
  • 4-3-3 (4-1-4-1 en fase defensiva)
  • 4-2-3-1 (4-4-1-1 en fase defensiva)
El matiz dependía de si se usaba un tercer medio o si se apostaba por un mediapunta (generalmente Imaz).
Ni el cambio es traumático ni el matiz era nuevo en el UCAM de Salmerón. El técnico, que la temporada pasada apostaba por un 4-4-2 de base (o 4-2-3-1, según las posiciones de Jesús Rubio e Iván Aguilar), a veces reforzaba a Checa y Remón con un tercer medio (Fall, Manolo, Nono Delgado) por delante de ese doble pivote. Tácticamente el equipo siempre ha sido estable, con ese pequeño matiz ya mencionado (el tercer medio). Así, el planteamiento en Huesca, con una variante más drástica, fue excepcional.

El once: modificaciones y rendimiento
Otro aspecto cuestionado ha sido el número de jugadores distintos empleados. Tampoco es novedad, pues la temporada pasada muchos jugadores, según la fase de la temporada, aparecieron en el once: Fall, Pol Bueso, Dani Pérez, Ángel Robles, Nono Delgado, Manolo, Josan, Isi Ros… Hablando de este curso, en el primer mes y medio de competición esas rotaciones (también provocadas por las rondas coperas y la jornada liguera intersemanal) se veían como una fortaleza, pues el equipo tenía la identidad del ciclo Salmerón (bloque bien organizado) y era competitivo. De hecho, esa cohesión tenía un mérito añadido por tratarse del principio de la temporada y con un número alto de jugadores nuevos por conjuntar.

Si en Segunda B hubo, a final de temporada, 9 titulares bien identificados (Biel, Tekio, Fran Pérez, Góngora, Checa, Remón, Nono, Aguilar y Pallarés) en esta, siempre que las lesiones lo han permitido, hasta 6 jugadores se podían señalar como habituales: Tekio, Fran Pérez, Albizua, Góngora, Tito y Mora. Otros jugadores también han tenido oportunidades y continuidad en el once en tramos concretos de la temporada: Collantes, Juanma, Jona, Vicente, Imaz, Fernando, Biel, Nono…

Rotaciones y consecuencias en la solidez defensiva
No repetir alineación no es cambiar a los once de un partido a otro, aunque a veces el inconsciente nos haga visualizar esa imagen. Como si solo existiera consistencia si no se hace ni un solo cambio. La falta de un once definido no creo que afectara al colectivo ni le hiciera más frágil o inestable. Algo que sí transmitió en aquella primera parte ante el Reus, cuando pareció descosido. El gran mal del equipo (el alto número de goles recibidos que, en ese aspecto sí, suponía una gran carencia competitiva) se produjo por acciones concretas y no por un desorden colectivo y estructural: fallos de marca, imprecisiones, falta de contundencia, rebotes, goles en propia puerta...
  • J1-J7: 1,43 ptos/partido (0,86 GC/partido).
  • J8-J18: 0,7 ptos/partido (1,91 GC/partido).
El partido de Huesca fue definitivo para el UCAM de Salmerón, pero no es representativo. El giro táctico y la endeblez como bloque no muestran al genuino UCAM, sino una versión anómala del equipo que se conocía. Un equipo cuyos errores puntuales e individuales empeoraron los resultados. Y unos resultados que empezaron a alimentar la desconfianza en otros aspectos (cambios en las alineaciones).

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